viernes, 12 de junio de 2015

Blueberry muffins

No quiero soñar mil veces las mismas cosas..

Hola!! Volví al mundo blogger!. Es decir, nunca lo abandoné... paso el 80% de mi tiempo libre mirando blogs y probando recetas de ellos... Pero es tan tan difícil estar a la altura! Que ya me da cosa hacer una nueva entrada sin sentirme chiquita frente a blogs tan excelentes. De todos modos, acá estoy. 
En breves palabras, resulta que un familiar medio lejano/cercano, que nunca sabés si le tenés que decir primo o tío o abuelo o cómo, porque es de esos parentezcos que no tienen un nombre asignado... es dueño una heladería. El otro día cuando anduve de paso por sus pagos me regaló algunos de los arándanos congelados que usa para elaborar sus helados... ya que no estamos en temporada... Y tenía ganas desde hace taaanto tiempo de hacer unos muffins con estos hermosos frutitos azules... 
Así que esto fue lo que salió. Me inspiré, obviamente, en algún blog que encontré en mis eternos ratos de investigación pastelera exhaustiva. ¡Cómo me gusta esto!

ni contemplarlas sabiamente..

 Ingredientes:
· 240 gr. harina leudante (ò harina 0000 + 1 cucharadita de polvo de hornear)
· 1/2 cucharadita de sal
· 100 gr. manteca a temperatura ambiente
· 200 gr. azúcar común
· 2 huevos
· 1 cucharadita de esencia de vainilla
· 120 ml. de leche
· 250 gr. arándanos (frescos o congelados)
· Azúcar rubia c/n

1. Encendemos el horno a 180º. Empezamos a batir el azúcar con la manteca hasta que se forme una crema y estén bien integrados ambos ingredientes.
2. Vamos agregando los huevos de a uno por vez batiendo bien entre cada uno, junto con la esencia de vainilla.
3.  Seguimos batiendo e incorporamos la harina (que debe haber sido previamente tamizada junto a la sal) y la leche, intercalándolas entre sí, empezando y terminando con la harina.
4. Dejamos de batir y con una espátula vamos integrando los arándanos, con cuidado de no romperlos!!
5.  Con una cuchara, yo uso la de helado para tener la misma cantidad siempre, ponemos la mezcla en pirotines (recomiendo usarlos dentro de una bandeja para muffins), llenándolos hasta 3/4 del total. Espolvoreamos la superficie de cada uno con azúcar rubia y llevamos a horno por aproximadamente 25 minutos, o hasta que al insertar un palillo salga seco.


Pavada total, ni más ni menos. Pero puedo decir que salen una pinturita! Lamento tener que asumir que soy un desastre todavía en esto de la onda blogger y mi redacción es pésima, igual o peor que el diseño del blog, já. Ya iré mejorando, lo prometo!
Espero que gusten estos muffins y algún alma solidaria se anime a prepararlos.. yo sé que mis recetas no parecen muy confiables en general pero esta es infalibleeee.


Besos de sol y miel ★

lunes, 2 de febrero de 2015

Detrás del Cinnamon Roll

Todo habrá empezado, posiblemente, en alguna de esas películas de origen Yankilés que vemos durante desvelos nocturnos, domingos muy domingos, micros de larga distancia... En las que por alguna razón siempre la gastronomía es algo que destaca (o a lo mejor nosotros destacamos frente a nuestra necesidad inminente de tener lo de afuera) y queda por siempre marcada en la memoria visual y hasta gustativa, olfativa... Porque ¿quién no imagina también los aromas y sabores cuando los ve a través de una pantalla? Ni hablar si estás con hambre...
Esto es lo que me pasaba con los cinnamon roll, espirales de canela (y pasas?), cinnamon buns.. De algún lado los había sacado y desde entonces los recordaba de una manera muy particular. Juro que podía sentir el olor a canela, la sutil acidez del glaseado... Qué chifle, no? Resulta que buen día conocí Starbucks y sus "roll". Sí, claro. Ni cerca de mi imaginación. No solo pasaba que tenían el tamaño de tutankamon sino que encima les faltaba el glaseado, el mágico relleno queriéndose escapar de esas curvas.. A raíz de esta experiencia pensé por un largo tiempo que mis ideas estaban erradas en cuanto al concepto de lo que era este lindo pancito así que lo retiré de mi pensamiento, aunque a pesar de todo seguía tentándome cada repetida vez que los veía en los diferentes blogs gastronómicos...

Hace unos meses, yendo a algún evento familiar (cumpleaños, aniversario..?!) estaba en la parte trasera del auto junto a mi tía (madrina) quien charlaba con mi mamá sobre doctores, pacientes, medicamentos, libros, escritores... Yo escuchando no atentamente y, con esto me refiero, a que ponía la cara de interés en el asunto y en realidad estaba pensando en cuántas lunas tendría júpiter. Pero ellas tienen la divina particularidad en sus conversaciones (bah, creo que todos en mi familia la tenemos..) de mezclar peras con manzanas y a partir de determinado tema saltar a otro que nada, Nada, al menos eso creo yo... nada tiene que ver. En serio, cómo pasás a hablar de cómo cuidar una plantita de tomates a los 6 millones de crímenes en el Holocausto? Retomando el hilo, mientras ellas tienen esa particularidad, yo tengo el divino don de que mi oído se pone a prestar atención siempre en el instante indicado. Mi hada madrina alias Tía en determinado momento menciona un cuento de Raymond Carver porque, según ella, estaba "muy relacionado con los acontecimientos recientes". El cuento se llama "Algo sencillo y bueno" del cual no abordaré la temática pero quien esté interesado en dichos acontecimientos puede simplemente googlear el título y hallar alguna breve sinopsis. 
Así de simple, de papas fritas a helado de creme brulee. Nudo en la garganta. Silencio en toda la sala (o auto). Luego de unos minutos y para dispersar el silencio incómodo ella comienza a contar las partes secundarias... Acá es donde empezó la magia. Mis oídos escucharon la palabra Panadero y se encendieron por completo: disfrutaron escuchar (mientras mis ojos disfrutaban ver) el entusiasmo con que mi hada madrina contaba detalladamente sobre esos "bollos de canela" que el panadero ofrecía para aliviar las penas de una reciente pérdida. Y claro que funcionaban... Era la magia de lo simple actuando de manera efectiva sobre lo complejo.  Era yo dándome cuenta que amaba la pastelería por el efecto que producía en el otro de dar, aunque sea mínima, una dosis de felicidad.
 
En ese momento volví a sentir todos los aromas y sabores de mi imaginación. Decidí que, sin lugar a dudas, tenía que arriesgarme y prepararlos. Para ella. Pero tengo el problema de que antes de preparar algo investigo profundamente sus ingredientes, preparaciones, variaciones... La investigación fue larga, frustrante, con miedo a hacer desastre y por eso mejor no hacer nada pensaba... Hasta ayer.
Resulta que hace cinco días fue mi dulce cumpleaños y, en razón de dicho motivo, mi abuela Elina me regaló el libro El ABC de La Pastelería de Osvaldo Gross, libro que anhelaba comprarme hace buen tiempo pero no es algo que un cajero de 24 hs. semanales pueda permitirse muy seguido. Destino o coincidencia que hace poco le había dicho a papá "es el único pastelero al que le tengo confianza", y todo bien con mi amada Maru Botana pero el extremado riesgo bromatológico en sus preparaciones de mousse no me da ni un pelín de fé como para seguir sus recetas.
Otro destino o coincidencia que anoche tuve un insomnio bastante largo y, durante el mismo, leí de la primera a la última página el libro del groso Gross. Y allí, en la sección de Masas Leudadas la receta y yo nos encontramos. No lo dudé un segundo. Esta mañana me levanté, trabajé, y en el camino de retorno a casa compré los ingredientes que faltaban. Situación graciosa que, mientras preparaba el puré de papas (sí, para los que no lo sabían lleva puré de papas y queda g-e-n-i-a-l) papá estaba hablando por teléfono con mi abuela Pori y se vé que le preguntó qué estaba haciendo o algo así porque él le contestó "no sé, creo que está preparando ñoquis". Ñoquis!!! Tuvo que esperar hasta que salieron del horno para entender de qué se trataba, pero cuando los vió y olfateó los identificó enseguida. Insisto, peliculas yankileras..
Así que recién terminaditos les saqué foto y vine inmendiatamente a mi computadora para escribir todo esto, motivo por el cual todavía están esperando ser glaseados...

A pesar de que, por ser el primer intento no salieron tan perfectos como me hubiera gustado, lo que pensé que iba a resultar en un desastre descomunal terminó siendo algo sumamente gratificante. Lo logré. Y con gran felicidad y total certeza puedo decir que son iguales a los de mi imaginación...
En conclusión, de eso se trata la vida: proponerse metas y buscar hasta en el más pequeño recoveco la inspiración para alcanzarlas, y que en la cocina además de condimentos y utensillos haya sentimiento hacia todo lo que se prepara.
Ahora sólo queda llevarlos al destinatario principal, con la esperanza de produzca las mismas hermosas sensaciones que produjo en mí o que, por lo menos, aunque sea, tenga gusto rico.


Dedicado a mi Hadita y en memoria de LC. Por siempre. 
★❤